El lince ibérico es un felino de tamaño superior a un gato montés, con unas patas largas y adaptadas para el salto y caza del conejo su principal alimento. El lince cuenta con una característica cola corta, de tan solo 8 a 15 cms, y sus orejas grandes y erguidas, también muy identificativas de la especie, aparecen dotadas de unos característicos pinceles de pelo negro. La cara está rodeada por pelos muy largos, formado unas grandes patillas terminadas en punta, que se desarrollan más con la edad del individuos.
El lince es una especie marcadamente predadora, la que localiza a sus presas mediante la vista y el oído. Sus técnicas de caza son la espera y el rececho, siendo ésta última la más frecuente. El rececho consta de varias fases, que se pueden dividir en aproximación o rececho en sentido estricto, acecho y salto sobre las presas. La aproximación se realiza de un modo muy cauteloso, pero rápido, sin perder de vista a la presa y aprovechando la cobertura vegetal con la que intenta ocultarse mientras se aproxima a la presa. Cuando la aproximación es suficiente surge un rápido ataque a la víctima, con saltos de hasta cinco metros, que en caso de fallar puede prolongar la persecución en un corta carrera rápida, que abandona caso de no dar alcance a la presa.
La principal presa del lince es el conejo, aunque también puede dar muerte a cervatillos, liebres, roedores e incluso aves como la perdiz y las anátidas. Porcentualmente el conejo representa entre el 70 y el 95 % de la biomasa del lince, seguido de los cérvidos (un 15 % aproximadamente) y aves. Cifras que van a depender de la época del año y de las disponibilidades de alimento.