El pato del Labrador, que fue descubierto en 1789, se extinguió el 12 de diciembre de 1878, con la muerte del último individuo conocido.
Este pato marino del tamaño del ánade real poseía un pico muy particular, muy ensanchado en el extremo. No se ha podido saber nunca dónde anidaba exactamente, pero se supone que cuidaba a sus crías en algunos islotes rocosos cerca de la costa meridional del Labrador.
Este pato frecuentaba las costas atlánticas de América del Norte, del Labrador a la bahía de Chesapeake. Era corriente en las playas de Long Island, en Nueva York, y allí es donde fueron abatidos la mayoría de los ejemplares que se conservan. El pato del Labrador pasaba el invierno en las costas de Nueva Jersey y abundaba en el golfo de San Lorenzo, hacia 1866.
Nadie sabrá nunca cuál fue la causa de la extinción de este singular pato.
Los zoólogos piensan que estaba especializado en el plano alimenticio a causa de la particular forma de su pico. Una hipótesis opina que ciertas condiciones climáticas y ecológicas cambiaron, causando la desaparición de sus presas. Algunos ornitólogos hablan de una epidemia mortal padecida por los últimos representantes de la especie; de hecho, el pato del Labrador se ha llevado con él su secreto.
Es lamentable y hay que deplorar la desaparición de uno de los más notables anátidos norteamericanos. Una cosa parece cierta, y es que su pérdida no es imputable al hombre; sin duda su caza incontrolada ha contribuido a pesar de todo a precipitar su fin. No existen de este ave más que 34 ejemplares disecados, celosamente conservados en algunos museos.